Hoy voy a hablar de la evolución de la piratería somalí y lo haré a partir de las dos imágenes siguientes. La primera muestra los incidentes atribuidos a los piratas somalíes en el año 2005. La segunda, los ocurridos en 2011. En rojo aparecen los secuestros, en amarillo los ataques frustrados y en azul las aproximaciones sospechosas.
Lo que en el año 2005 era un problema que parecía focalizado al dominio marítimo somalí y al sur del Mar Rojo se ha convertido con el paso de los años en un fenómeno que se ha extendido a todo el Índico occidental.
Sin embargo, desde entonces se ha profundizado
una tendencia iniciada en 2007 y según la cual, grupos de piratas parecían
reducir su presencia relativa en sus áreas de operaciones habituales (Golfo de
Adén y Somalia) para dirigirse, cada vez más, a centenares de millas de la
costa gracias a la utilización de buques nodriza pertrechados para pasar
semanas en alta mar. Con ello los piratas podían "pescar" en nuevas áreas y evitar la importante presencia militar en el Golfo de Adén.
A su vez, el
desplazamiento de la actividad pirata lejos del Golfo de Adén y de Somalia ha
obligado a la flota naval internacional a ampliar, asimismo, su área de
actuación, con unos efectivos que difícilmente pueden ser proporcionales al
área a proteger. Por ello, un responsable de la operación Atalanta,
Richard Farrington, estimó en mayo de 2009 que "necesitamos 60
buques en el Golfo de Adén y otros 150 en la cuenca somalí" para garantizar
la seguridad de la navegación en el área. Rolf Olsen, responsable militar de
la OTAN, confirmó dos años después que el número de unidades navales no es suficiente
para patrullar toda el área de operaciones de los piratas. Frente a los 27
navíos existentes en ese momento, Olsen consideró que haría falta multiplicar
por diez el número de buques de guerra. Y para lograr que un barco atacado
reciba ayuda en una hora “necesitaríamos 125 navíos, no 27”.
Dada la imposibilidad de reunir semejante
flota, la solución cada vez más adoptada por las navieras es el embarque de
vigilantes de seguridad armados para proteger al barco de posibles acciones
piratas. El Centro de Información sobre Piratería, que monitoriza la piratería en todo el mundo desde el año 1992, reconoce en su informe de 2011 el
papel de la seguridad privada en la reducción de los secuestros que se produjo el año pasado por primera vez. El General de
División Buster Howes, responsable de la operación Atalanta, en una
comparecencia ante el Parlamento británico en junio de 2011, estimó por lo bajo
que entre un 15% y un 25% de los barcos que atravesaban en aquellos momentos el estrecho de Bab
el Mandeb habían embarcado seguridad privada armada. De ahí que cada vez en más
incidentes se reporte la presencia de personal de seguridad armado. La
constatación de que ningún buque con dicho personal a bordo haya sido
secuestrado es un fuerte aliciente para el desarrollo del negocio de las
empresas de seguridad privada como fórmula para hacer frente a la piratería
marítima somalí.
Fernando Ibáñez.
Fernando Ibáñez.