30 de mayo de 2012

Primer ataque aéreo europeo contra una base pirata somalí


El pasado 15 de mayo, tres años y medio después de su puesta en marcha, la misión naval europea EUNAVFOR-Atalanta atacó por primera vez una base pirata somalí. Según fuentes de la misma, se hizo de forma proporcionada y precisa “desde el aire”, de conformidad con la resolución 1851 del Consejo de Seguridad de la ONU y con el total apoyo del Gobierno somalí. También se informa de que ningún somalí resultó herido como resultado de la acción. El objetivo declarado es evitar que los piratas puedan salir al mar atacando sus bases en tierra. El Comandante de la operación, Duncan Potts, señaló que los pescadores somalíes, “muchos de los cuales han sufrido tanto a causa de la piratería en la región”, podían estar seguros de que la misión seguiría actuando en el futuro contra los piratas y sus suministros. El comunicado puede leerse en el siguiente enlace: http://www.eunavfor.eu/2012/05/eu-naval-force-delivers-blow-against-somali-pirates-on-shoreline/  

Algunos medios de comunicación entienden que la operación fue llevada a cabo, al menos, por un helicóptero adscrito a un navío, mientras que un avión de patrulla marítima habría sobrevolado el área. El ataque se desarrolló en la aldea de Handulle, a unos 18 kms. al norte de la base pirata de Haradheere. Al día siguiente del ataque, un pirata somalí declaraba que la acción militar había destruido varias lanchas. No hay acuerdo entre las distintas fuentes, que hablan de tres, cinco y hasta nueve botes. Asimismo, habrían desaparecido varios bidones de combustible y un almacén de armas. Según fuentes somalíes, había 13 piratas en la base en el momento del ataque nocturno, pero no se produjeron daños personales. Al escuchar el ruido de helicópteros varios de ellos habrían huido en lanchas hasta el Albedo, buque secuestrado y fondeado en la zona. Ante el temor de nuevos ataques, parece que los piratas habrían decidido dormir en el propio buque y no en tierra firme. Algunos pescadores locales afirman que sus embarcaciones también fueron destruidas durante el ataque y reclamaron que no se repitan los ataques aéreos por miedo a que se produzcan daños personales entre civiles.

Esta operación se une a otras medidas recientes como el despliegue de acciones más contundentes contra los buques nodriza utilizados por los piratas. Estos buques nodriza son habitualmente pesqueros, dhows e, incluso, buques mercantes previamente secuestrados. Su uso permite a los piratas lanzar ataques a cientos de millas de la costa y no limitarse a utilizar lanchas fueraborda enviadas desde la orilla, como sucedía hasta hace unos años.

Si bien es cierto que la piratería marítima ha sido erradicada de algunos mares gracias, principalmente, a la destrucción de sus bases terrestres, cabe preguntarse hasta qué punto estos ataques aéreos van a resultar eficaces. De hecho, prácticamente cualquier punto de la costa somalí puede ser considerado una base pirata en potencia y vigilar más de 2.000 kms de costa no resulta una tarea sencilla. Además, una sucesión de ataques aéreos sobre un buen número de bases piratas podría acabar, antes o después, provocando víctimas entre los piratas o entre la población civil. De hecho, no es la primera vez que se atacan lanchas desde helicópteros. El pasado mes de abril las autoridades de Puntlandia hicieron algo parecido en la localidad de Gumbah, causando heridas a varios pescadores. La preocupación entre las autoridades europeas por evitar las bajas entre los piratas parece alta, dado que cada vez es más difícil justificar ante sus propias opiniones públicas la presencia de un despliegue naval militar oneroso en una época en que la ansiedad por reducir el déficit público impera en todos los despachos gubernamentales. Se ha calculado que el coste de las distintas misiones militares presentes para luchar contra la piratería somalí ronda los 1.800 millones de dólares anuales. Y más cuando parece claro a estas alturas que la principal razón por la que están disminuyendo los ataques y secuestros piratas no radica tanto en la presencia naval sino en la contratación y embarque de equipos armados de seguridad privada. 

En mi opinión, la única manera de distinguir entre piratas y pescadores es poner los pies en tierra. Desde el punto de vista militar esto supone una intervención en tierra firme para acabar con la actividad pirata. Así ocurrió en 2006 cuando la Unión de Cortes Islámicas, entonces grupo rebelde contra el Gobierno somalí, ocupó la costa oriental del país y la piratería desapareció durante varios meses. Imaginar en estos momentos una intervención similar por parte de tropas occidentales resulta irreal, dados los fracasos de las últimas misiones en Somalia tanto de Estados Unidos como de la ONU en la década de 1990. Ahora se produce una más o menos disimulada "externalización" de la guerra contra Al Shabab, que lleva a cabo Kenia y la misión de la Unión Africana con éxito desigual. Y aun en el caso de que Al Shabab sea derrotada, está por ver qué consecuencias tendría este hipotético hecho sobre la piratería somalí. La piratería se nutre de los rescates y de la corrupción de las autoridades locales. Y hasta ahora ni los primeros parecen disminuir ni la segunda estar en vías de solución. 

©Fernando Ibáñez.

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