El pasado 15 de mayo, tres años y
medio después de su puesta en marcha, la misión naval europea EUNAVFOR-Atalanta
atacó por primera vez una base pirata somalí. Según fuentes de la misma, se
hizo de forma proporcionada y precisa “desde el aire”, de conformidad con la
resolución 1851 del Consejo de Seguridad de la ONU y con el total apoyo del
Gobierno somalí. También se informa de que ningún somalí resultó herido como
resultado de la acción. El objetivo declarado es evitar que los piratas puedan
salir al mar atacando sus bases en tierra. El Comandante de la operación,
Duncan Potts, señaló que los pescadores somalíes, “muchos de los cuales han
sufrido tanto a causa de la piratería en la región”, podían estar seguros de
que la misión seguiría actuando en el futuro contra los piratas y sus
suministros. El comunicado puede leerse en el siguiente enlace: http://www.eunavfor.eu/2012/05/eu-naval-force-delivers-blow-against-somali-pirates-on-shoreline/
Algunos medios de comunicación
entienden que la operación fue llevada a cabo, al menos, por un helicóptero
adscrito a un navío, mientras que un avión de patrulla marítima habría
sobrevolado el área. El ataque se desarrolló en la aldea de Handulle, a
unos 18 kms. al norte de la base pirata de Haradheere. Al día siguiente del
ataque, un pirata somalí declaraba que la acción militar había destruido varias
lanchas. No hay acuerdo entre las distintas fuentes, que hablan de tres, cinco
y hasta nueve botes. Asimismo, habrían desaparecido varios bidones de
combustible y un almacén de armas. Según fuentes somalíes, había 13 piratas en
la base en el momento del ataque nocturno, pero no se produjeron daños
personales. Al escuchar el ruido de helicópteros varios de ellos habrían huido
en lanchas hasta el Albedo, buque
secuestrado y fondeado en la zona. Ante el temor de nuevos ataques, parece que
los piratas habrían decidido dormir en el propio buque y no en tierra firme. Algunos pescadores locales afirman que sus embarcaciones también
fueron destruidas durante el ataque y reclamaron que no se repitan los ataques
aéreos por miedo a que se produzcan daños personales entre civiles.
Esta operación se
une a otras medidas recientes como el despliegue de acciones más contundentes
contra los buques nodriza utilizados por los piratas. Estos buques nodriza son
habitualmente pesqueros, dhows e, incluso, buques mercantes previamente
secuestrados. Su uso permite a los piratas lanzar ataques a cientos de millas
de la costa y no limitarse a utilizar lanchas fueraborda enviadas desde la
orilla, como sucedía hasta hace unos años.
Si bien es cierto que la piratería marítima ha
sido erradicada de algunos mares gracias, principalmente, a la destrucción de
sus bases terrestres, cabe preguntarse hasta qué punto estos ataques aéreos van
a resultar eficaces. De hecho, prácticamente cualquier punto de la costa somalí puede ser
considerado una base pirata en potencia y vigilar más de 2.000 kms de costa no
resulta una tarea sencilla. Además, una sucesión de ataques aéreos sobre un
buen número de bases piratas podría acabar, antes o después, provocando
víctimas entre los piratas o entre la población civil. De hecho, no es la
primera vez que se atacan lanchas desde helicópteros. El pasado mes de abril
las autoridades de Puntlandia hicieron algo parecido en la localidad de Gumbah,
causando heridas a varios pescadores. La preocupación entre las autoridades
europeas por evitar las bajas entre los piratas parece alta, dado que cada vez es más difícil justificar ante sus propias opiniones públicas la presencia de un
despliegue naval militar oneroso en una época en que la ansiedad por reducir el
déficit público impera en todos los despachos gubernamentales. Se ha calculado
que el coste de las distintas misiones militares presentes para luchar contra
la piratería somalí ronda los 1.800 millones de dólares anuales. Y más cuando
parece claro a estas alturas que la principal razón por la que están
disminuyendo los ataques y secuestros piratas no radica tanto en la presencia
naval sino en la contratación y embarque de equipos armados de seguridad
privada.
En mi opinión, la única manera de
distinguir entre piratas y pescadores es poner los pies en tierra. Desde el
punto de vista militar esto supone una intervención en tierra firme para acabar
con la actividad pirata. Así ocurrió en 2006 cuando la Unión de Cortes
Islámicas, entonces grupo rebelde contra el Gobierno somalí, ocupó la costa
oriental del país y la piratería desapareció durante varios meses. Imaginar en
estos momentos una intervención similar por parte de tropas occidentales
resulta irreal, dados los fracasos de las últimas misiones en Somalia tanto de
Estados Unidos como de la ONU en la década de 1990. Ahora se produce una más o
menos disimulada "externalización" de la guerra contra Al Shabab, que lleva a
cabo Kenia y la misión de la Unión Africana con éxito desigual. Y aun en el
caso de que Al Shabab sea derrotada, está por ver qué consecuencias tendría
este hipotético hecho sobre la piratería somalí. La piratería se nutre de los
rescates y de la corrupción de las autoridades locales. Y hasta ahora ni los
primeros parecen disminuir ni la segunda estar en vías de solución.
©Fernando Ibáñez.
©Fernando Ibáñez.
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