Piratería y narcotráfico: el triángulo México-Colombia-Ecuador
Los periodistas Alejandra S.
Inzuna, Pablo Ferri Tórtola y José Luis Pardo integran el colectivo Dromómanos.
Los reportajes que estos profesionales han dedicado al narcotráfico en América Latina han recibido el Premio Ortega y Gasset de
Periodismo, que el diario El País ha concedido en su edición de 2014.
Su trabajo ha venido
publicándose en la revista semanal Domingo,
perteneciente al diario mexicano El
Universal. Pueden verse las distintas entregas publicadas desde agosto de
2012 aquí.
Hoy quiero comentar el magnífico trabajo que han
dedicado Alejandra S. Inzuna y Pablo Ferri Tórtola a la
relación existente entre piratas y narcotraficantes, que ha dado lugar a que
los cárteles mexicanos y colombianos hayan convertido a Ecuador en una
de sus bases de operaciones.
Fuente: www.zonu.com
Según nos cuentan en las
dos partes de su excelente reportaje Los
piratas de la droga, en los últimos años los marineros ecuatorianos han
venido narrando historias de narcotraficantes y piratas (a menudo, con acento
colombiano), quienes, armados con AK-47, asaltan y secuestran barcos por la noche.
¿Con qué fin? Para transportar la droga o robarles el combustible y los
víveres, abandonando a las tripulaciones a su suerte.
En ocasiones, los piratas
de la droga utilizan estos pesqueros como estaciones de combustible flotantes.
Así, sus lanchas pueden repostar y seguir desarrollando su actividad criminal
en la zona.
Por ejemplo, en San Pablo
de Manta, una de las ciudades portuarias más importantes de Ecuador, atuneros,
camaroneros, pangas y lanchas rápidas se despliegan por todo el litoral. Varios
de esos pesqueros han sido secuestrados para ser utilizados por el narcotráfico.
En ocasiones, los
delincuentes se aproximan a los barcos solicitando ayuda o pescado y, entonces,
los abordan y se hacen con su control. Se trata de engaños que
también hemos visto en otras latitudes: por ejemplo, en el Golfo de Adén y protagonizados por los piratas somalíes.
Los reporteros explican
que el auge del narcotráfico y sus piratas en esta zona se inició a partir del
año 2009. En ese momento el Gobierno ecuatoriano decidió convertir la lucha
contra el negocio de la droga en un asunto nacional. Para ello prescindió de
la ayuda que, durante diez años, Estados Unidos había brindado desde el Puesto de
Operaciones de Avanzada de San Pablo de Manta. Desde allí se habían llevado a
cabo casi 8.000 operaciones contra el narcotráfico en once países, siendo
hundidos, sólo en el litoral ecuatoriano, 46 barcos relacionados con esta
actividad criminal. Cerrada la base, los piratas del narcotráfico colombiano y
mexicano se adueñaron del mar. Ecuador se convirtió en una de las principales
rutas del narcotráfico en el continente americano.
De ahí que algunos
empresarios hayan aumentado la seguridad en sus barcos, desplegando cámaras de
vigilancia y contratando incluso guardias de seguridad. Ecuador no es Somalia,
pero algunas de las soluciones puestas en marcha para luchar contra los piratas
se asemejan bastante. Y también en Ecuador los piratas han intentado asaltar
atuneros, hasta ahora sin éxito.
Como nos cuentan los
periodistas que firman el reportaje, en Ecuador, como en Somalia, quienes
forman parte del negocio de la piratería acaban saliendo de la pobreza y
haciendo ostentación de su recién ganada riqueza: vivienda nueva, vehículo
último modelo… Por ello, algunos pescadores se pasan al bando de los
narcotraficantes. Y, al igual que ha ocurrido en el Este africano, las
prisiones ecuatorianas ya no dan abasto para albergar a tanto preso relacionado
con el tráfico de cocaína.
Fernando Carrión es investigador de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). En su opinión, la
inseguridad portuaria y la corrupción han permitido que arraigue el crimen
organizado transnacional en Ecuador. El país se ha convertido en “plataforma
para que los cárteles puedan operar desde aquí". Y, además, con el riesgo
de que meter a estos criminales en las cárceles sólo sirva para fortalecerlos. Las
prisiones son útiles para el crimen organizado: no rompen las redes y les
permiten reforzar sus vínculos, al igual que ocurre en México y Colombia.
Los sicarios han hecho acto de presencia en Ecuador
por primera vez hasta el punto de que el ayuntamiento de San Pablo de Manta ha prohibido que más de una persona pueda
circular en una motocicleta, dado que este es el medio desde el que los
criminales cometen sus asesinatos. Los sicarios se anuncian en Internet.
Incluso empresas dedicadas al envasado de pescado han
sufrido registros policiales: no sólo empacan también droga, sino que son utilizadas para lavar el dinero del narcotráfico, que se camufla fácilmente gracias a este tipo de negocios. Para algunos,
las denuncias que se presentan contra estas empresas parecen producirse sólo
cuando no ha habido acuerdo en el reparto del botín y alguien decide dar el
chivatazo.
En febrero supimos que varios buques de la Marina ecuatoriana desarrollaban labores contra la piratería en tres de los puertos donde los pesqueros habían sufrido más ataques: se trata del triángulo formado por Santa Elena, Guayaquil y Puerto Bolívar, todos ellos situados al Sur del país.
Pero apenas a unos 50 kilómetros al Sur de Puerto Bolívar y por esas mismas fechas, la inseguridad marítima llegaba también al vecino Perú. Los pescadores de Puerto Pizarro, cerca de Tumbes (Perú), se quejaban de los asaltos que sufrían por parte de piratas, esta vez sí, ecuatorianos. El botín suele consistir en la ropa, los víveres, el combustible, el sistema de navegación y los teléfonos móviles. También acostumbran a robar la pesca para revenderla luego en el mercado local. Unos días más tarde, dos pescadores habían resultado heridos en la misma área tras un nuevo asalto.
Fernando Ibáñez.
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